Si morirme he,
muerto sea.
Al sufrir miedo tengo,
más que al perecer.
Mas tu sufrimiento
no me deja morir.
Mi vida es librarte de él,
ser mártir por ti.
El dolor
de la carne o el espíritu,
sean solo sobre mi,
para ser tú feliz.
En tus ojos
veo el deseo.
De tu boca
sale mi nombre.
De mi boca
saciaré tu deseo.
En mis ojos
ver tu nombre.
Desde mi alto mirador
al horizonte donde acaba el mar
existe mi reino.
Sopladas desde el interior
henchidas de mi aliento.
Cortando cual navaja montera
el cuerpo de las olas.
Alimentando sus bodegas
de mis propias entrañas.
Ociosos en navegación en océanos.
Temerosos de acercarse demasiado a mi.
Y las miro
y las llamo
a todas las embarcaciones.
Todos los que somos
no hemos sido.
Si no lo hubiésemos sido
no seriamos.
Un día como hoy
te di un beso.
Te quería,
siempre te amaría.
Un día como hoy
me diste un beso
y me dijiste adiós.
Un día como hoy
he muerto.
Sin tener que ser
lo que nunca he sido,
así siempre fui.
Y si no lo fui,
fue por haber sido
lo que quise ser.
De un dolor una idea
fija e inamovible
a sabiendas de la verdad.
Una absurda ironía.
Fijos los pensamientos
a servir resoluciones
todas naturalmente inútiles;
acumulando imagen tras imagen,
palabra tras palabra.
Ilusiones arrastradas
de año en año
sin convertirse en realidad.
Aplastada por el surrealismo
de la vida
de los sueños.
Románticas secuencias
acumulando deseos,
intimidades prohibidas
por iconos dantescos.
Producciones de conciencia
moldeada desde la niñez.
Cavilando,
removiendo la mente
en una espiral sin fin
hacia el olvido
del inicio del dolor.
Después algún tiempo
nada parece haber cambiado
vuelvo a mirar desde aquí.
Sí, ya soy mayor
tengo poco tiempo
para escuchar,
para estarme quieto
y disfrutar.
Dividido en dos partes
el niño que era
el hombre que soy.
Agonizante en la dualidad
atrapado entre interrogantes
afiladas y de doble intención.
Así donde se junta lo ingenuo
y diestra estupidez
me siento cómodo.
Excitado por el futuro
reconfortado por el pasado.
Doy pasos ciegos
confiando en la suerte
coleccionando momentos felices
que poder recordar.
De una nota de música
creamos un sueño.
De un color de pincel
tenemos un recuerdo.
De un beso de amor
buscamos el deseo.
Sobre lo que había sido su vida
la poesía lo había dicho todo.
Sin un descanso que fuera cómodo
recorrió lugares siempre escondida.
Gritar,
un día pudo hacerlo.
Llorar,
un día dejo de hacerlo.
Sin recordar como había sido
tampoco sabía como sería.
Siempre a alguien necesitaría
aunque todos ya se habían ido.
De un día a otro
había cambiado.
De un día a otro
había olvidado.
Nunca podía estar
sola sin dejar
por un momento de pensar.
Encerrada por un sin saber
de como un engaño
que no quiso él daño
por no querer quedar si haber.
Si de él poco se ha hablado,
es por una gran pena
de la que aquí ha quedado.
Desgarradores
amores
ha habido
y habéis oído,
¿Y sentirlo?
¿Llegaríais con fervor a pedirlo?
Sí, sí.
Habríais de necesitarlo
si odiaseis a quien debieseis amar
sin remediar
el hecho de deber evitarlo.
Era difícil resistir.
Era fatigoso no ir.
Era dolor vivir.
De ambrosía llenaba el cuerpo.
De pesadilla llenaba el sueño.
Recomponía sus vestidos
con maña y salero.
Cantando, cosiendo
iba moviendo
las manos, los dedos,
enhebrando largos hilos.
mientras, con el tiempo
dejaba de encontrarse
en un lugar quieta.
Aliada con el viento
volaba hacia el horizonte
con la mente inquieta.
Sin un futuro esperado
abandonada por la esperanza,
en un viaje siempre inacabado.
de un lugar a aquí,
de aquí a allí,
de allí a un lugar.
En espiral hacia arriba,
de pluma la caída.
Con una vida por extinguir,
caminando hacia donde ha de ir.
El paso del tiempo
contado con gotas de sangre,
haciéndose lento.
Sin más deseo que morir
se deja diluir en agua,
donde se pierden
los recuerdos de una vida.
A través del vapor
dejada la materia inerte
escapa el aire acumulado.
De plata y Rubí
destellos en una superficie liquida,
y más pálida la piel.
Recorriendo el camino fácil
hacia el limite...
Cuando la noche
decide llegar
no se echa atrás.
Así la bruma
oculta las figuras
de mi ciudad.
Del cielo a mi
no hay limite,
las estrellas
lo rodean todo.
Siento la paz
del sin sonido
la soledad
pegada a la piel.
Y cuando el sol
decide llegar
no se echa atrás
Así la claridad
da colores
a mi ciudad.
Truculentos racimos de espinas
en un rosal desflorado
que aun atrae
con fuerza escondida
arrebatos pasionales intensos,
largos como juncos
dulces sacados de la caña
agriados por la resaca
de empachos anteriores
con el mismo temperamento
del satisfacer la sed.
Que deseable es el pecado,
que abrumador es el vicio.
El juego de la seducción,
el dolor del desengaño,
la angustia de saberse pecador,
el vergonzoso sabor de la culpabilidad,
que arrebatadores sentimiento,
que placenteros son.
De vez en cuando
consigo librarme de pensamientos
con la mente en blanco
provoco los sentimientos
que tengo cuando
me deseas en momentos.
Una chispa de dolor
en un pensamiento,
un segundo de horror,
en un sentimiento.
Curvas de tu cuerpo
sin poder ya tocar.
Piel de tu pecho
sin poder ya besar.
Miles de minutos
ahora ya pasados,
en momentos juntos
ahora ya olvidados.
Un trozo de cielo.
Un pedacito de ilusión.
Una lagrima cristalina.
Una sonrisa tímida.
Unos ojos emocionados.
Dos corazones unidos
en una declaración de amor.
Colgado del alambre
no encuentro palabra
ni puedo imaginar tu cara.
Yo leo en tus ojos
y oigo en tu corazón.
Si no cato tu aroma,
sino capto tus colores,
es vacía tu voz.
La brisa cálida del mar
refresca en mi memoria
tu primera mirada,
tus bellos ojos de miel.
La arena que trae el mar
refresca en mi corazón
aquella primera vez
que te abracé y te besé.
Y siempre que en el cielo
estrellas brillar se ven
deseo volverlo hacer.
