miércoles, 17 de octubre de 2007

Veintitres

...doblando una esquina y mirando al suelo encuentro dos suculentos pies enfundados en unos pequeños botines. Levanto la vista reconociendo cada pliegues de unos pantalones, que se van ciñendo a los muslos hasta la cintura, presentando un vientre plano que se proyecta en un triángulo hasta un sexo escondido. Hacia arriba una blusa de hilo blanco cae por encima de unos pechos coronados por erecciones, que consiguen doblegar la lencería que encierra la carne. Siguiendo un tímido escote por el cuello delicado, sabroso, veo dos labios rosados y esponjosos, quizás algo temblorosos. Repaso con incredulidad la rugosidad tan fina en las pequeñas marcas de esos sensuales labios que siento deseo de probar. Y más allá una impresionante nariz, con gran personalidad y gracia escoltada por dos ojazos encendidos, de destellos terrosos que me hablan de deseos, de pasiones que necesitan ser realizados. Sin tocar a la mujer que pretendo tomar, la empujo con la mirada hasta hacerla caer en el sillón. Sus manos, que ahora me fijo, amortiguan la caída. Ahora desde sus dedos hasta su brazo de jugosa molla esperan expectantes mis próximos movimientos. Estos se dirigen a descalzarla. Tras el proceso alargo mis brazos hasta agarrarla por la cintura y con un tirón la acerco a mi. La miro y noto su asentimiento. Entre mis dedos abro sus pantalones primero y voy recogiéndolos hacia mi, hasta retirárselos, descubriendo unas largas piernas. Resintiéndose a actuar me deja hacer a mi, me permite, o mejor dicho, me apremia a quitarle la blusa con una rápida respiración. Ya casi con los brazos fuera de las mangas, se levanta agitada y me sienta donde antes a estado ella. Esta caliente. Con decisión y premura me desnuda. Aparta ligeramente toda la ropa, mis pantalones, mi camiseta, mis calcetines y calzón; mientras termina por deshacerse de su blusa y sujetador. Se acerca a mi y me deja quitarle las bragas. Noto como ya están húmedas y me tiemblas las manos. Todavía no hemos tenido un contacto directo de nuestros cuerpos, piel sobre piel. Pero sabemos como colocarnos, como iniciar el ritual. Usamos el tacto, entre ambos vamos conociendo y explorando el cuerpo del otro.Mirándola así tan cerca los detalles de antes solo intuidos de sus curvas me ciegan, así como la extrema suavidad y el color blanco de su piel, contrastada con la mía, más tosca y dorada. Tras este relativo corto preludio nos lanzamos a besarnos y palpar todos los territorios. con el miedo y nerviosismo olvidados nos dejamos llevar, nos dejamos hacer el amor mutuamente con un acuerdo de complacencia sin reproches. Durante unos segundo de universal unión en el punto álgido el éxtasis, no nos sentimos separados. Después, aun agitados, nos miramos y nos amamos mentalmente. Abrazados por brazos y piernas dejamos que el sueño nos lleva par volver a ...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta ^^