sábado, 14 de julio de 2007

ONCE

... la aurora llega mientras nosotros aun seguimos abrazados y entrelazadas las piernas, como si ambos tuviesemos el temor de sentir espacar al otro. Descansando de una noche sin limitaciones, dejando de lado cualquier debilidad o complejo. Un cuerpo arrastrado por el otro, la piel de uno contra la del otro. Las manos y los labios principales herramientas del placer a buscar en cada rincón, en todo momento. Los ojos que se miran y se hablan con amor, con sentimientos; y la risa, la carcajada mientras la pasión es intensa ayuda a no explotar de verdadera felicidad. Entre los brazos sientes tener a tu Adonis y yo a mi Venus, únicos y propios. El mundo da vueltas a nuestro alrededor en un breve instante en el que somos el centro del universo, al desvanecernos durante unos intensos segundos, en los que nos sentimos fundidos por el escape de una gran energía que alea nuestras almas, creando un vinculo infinito y eterno como unas esposas invisibles e indestructibles. Y ahora el calor del sol nos avisa que los sueños han de acabar ya, que hemos de despertar y seguir andando...

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