sábado, 5 de enero de 2008

Navidad y las vacaciones

Es bonito estar de vacaciones para disfrutar de tu casa (en mi caso más, que estoy solo una cuarta parte del año). Y también disfrutar de la familia (bueno en eso se que hay diferencias). Pero si estas vacaciones se juntan con navidades, se produce un efecto locura, que consiste en compra compulsiva de lotería, comida para alimentar a dos pueblos, y adornos navideños.

También es época (como lo hacen los osos, pero ellos unos meses antes) de acumular todas las grasas y calorías posibles en el menor tiempo posible. En dos cenas y tres comidas se acaba con todas las existencias de comida, no solo de tu casa sino de la de los familiares. Los litros de alcohol consumidos podrían solucionar la sequía de cualquier embalse de España. Y claro las resacas posteriores hacen que las acciones de las farmacéuticas suban ante la avalancha de pirulas contra el dolor de cabeza que se consumen.

Así van pasando los días, y te acuerdas que es costumbre regalar algo y tu no has buscado nada. Te vas corriendo a todos los centros comerciales que conoces en busca de ese regalo maravilloso (y barato, que tu maltrecha economía no da pa' mucho). Allí te encuentras con una marea de gente como tu alienada por cientos de luces y colorines (y olores humanos), que te invitan a comprar sin freno.

Y vuelves a casita contento con tus compras, con tu roto bolsillo y la ilusión de volver a pasar por lo mismo un año más.

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