domingo, 3 de febrero de 2008

Llorar por no reir

Ese podría ser un resumen de los dos acontecimientos a los que hoy (bueno ayer sábado) he contemplado. Primero el supuesto desfile de carnaval, en la increíble ciudad de Madrid, que no solo ha sido soso, de poco colorido sino cutre con ganas. No se si a Gallardon y demás convites del ayuntamiento les dará miedito que la gente salga a la calle a divertirse, pero un poquito más de esfuerzo podrían haber hecho.
El segundo evento ha sido una magnifica obra teatral de El Brujo, obra El juglar de Dios. Y pensareis en el titulo de este post y no le encontrareis sentido, si digo que la actuación a sido excelente, y me he reído mucho, yo y los de mi alrededor menos tres personas. ¿Y cómo es eso? ¿Por qué la señora que a mi lado se sentaba, y ladeaba la cabeza para ver entre los melones de los de delante, no se reía? Yo que en algún momento la he mirado, no hacia mueca alguna de sonrisa. Si vas a un espectáculo humorístico, lo suyo es reírse o al menos sonreír. Digo, que no le gustaría como pone a los hombres autoproclamados iluminados de Dios (que conste que yo no he dicho nada de eso - Dios), véase curas, papas y gentes de cierto partido. Pero tanto y como se partía la caja su acompañante me da que dudar.
Vamos que si hay que llorar se llora y no se hable más.

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