domingo, 21 de febrero de 2010

1997-2000 LXXXVIII

Sabiendo a ciencia cierta
que la mañana
después de la noche vendrá
me obceco
en no dejar mis ojos cerrar.
Tan solo temo
Que al llegar la aurora
No este el cielo,
El mar, ni las montañas,
Tampoco el fuego,
Las risas o las lágrimas.

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