sábado, 8 de marzo de 2008

Paranoia - 4 -

Ellos han trabado la puerta y lo mismo habían hecho con las ventanas. Pero ¿también los respiraderos?. No sé, si quieren cogerme en cualquier momento. Si intentara escapar, me cogerían y entonces ya no podrían jugar más, acabarían el juego. He de combatirlos, si eso, matarlos , aniquilarlos. Me repongo y les miro con la cara desencajada de furia, pero ello no parece -asustarlos, sino más bien ríen enseñando sus sucios dientes afilados. Avanzo rápido hacia ellos golpeando fuertemente el suelo y les grito, y todos en desbandada corren a esconderse. Entonces yo también corro pero no a por ellos sino a mi habitación, algunos, los más atrevidos, me siguen detrás dando saltos. Freno en seco antes de entrar, doy media vuelta y les ataco con los pies, y. ellos huyen hacia el-salón gritando, tan fuerte, que enloquece, pero no me duelen los oídos sino dentro de la cabeza, un pitido tan horriblemente doloroso. Regreso a mi cama, me siento y miro hacia allá afuera donde están ellos. Oigo ruidillos deba jo de mí y siento que hay alguno de ellos. Agacho la cabeza y veo como dos de -ellas se comen un tercero medio aplastado por mí; ellos también me ven a mí, y se asustan. Sin soltar a su compañero muerto, salen disparados, cada uno en dirección contraria. El trozo de cuerpo que sujetan con la boca, se parte en -dos con un sonido desgarrante. Como si ese fuera yo, siento como mi cuerpo se -abre, se resquebraja de arriba a abajo, y saltando al aire mil gotas de mí sangre oscurecen la habitación, ellos las beben y se mojan como si estuviesen bajo la lluvia...Hundo las rodillas en el colchón, alzo los brazos, e imploro a mi cálida sabia. que vuelva a mi, a su hogar. Gota a gota van entrando en mis -venas abiertas, ahogadas por el rancio aire; y en él como gérmenes, como bacterias, como virus apestosos; llenos de odio, ávidos de carne, ellos penetran para corroerme, quemarme. Ahora siento algunos de ellos entre mis vísceras, tengo que sacarlos entes de que me hagan más daño. Con mis manos me aprieto mis entrañas ,y van saliendo escurriendose entre mis dedos, aún aprieto más. ¡AAAHH! ¡Mamón! Aún estaba dentro, y ha explotado; me abrasa, y el dolor jamás cesará. ¿Por qué debo sufrir si no he echo mal a nadie?, y aunque hubiese sido así ¿No es excesivo éste sufrimiento?.

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