viernes, 21 de marzo de 2008

Paranoia - 5 -

¿Quien me ciega?, Eres uno de ellos ¿verdad?. Sois cobardes, atacando por la espalda, cuando duermo o cuando caigo moribundo. Siento como clava sus dientes en la bola blanca, catalejo de mi visión. Y yo con mí mano más cercana, que no sé cual de ellas es, le atrapo y tiro con fuerza de él, pero no suelta. No quiere perder su comida, su trofeo. Si le aprieto o le estrangulo sé que estallará, derretirá mi cara, y aunque le haya aplastado, yo perderé. Con el sonido de un corcho, mi ojo sale de su cueva, el nervio le sigue, estiro mí brazo todo lo más que puedo, el nervio goteando se tensa como una cuerda de violín, al máximo, a punto de romperse, pero él no deja libre la presa, es un cazador incansable. Mi otra-mano desde lo lejos, llega a alcanzar su cabeza, y con los dedos estrujo su mandíbula, y le grito como puedo, que suelte. Unos forcejeos, unos gruñidos, y cambia de presa. Ahora es uno de mis dedos objetivo de su destrucción.
Mientras todo esto ocurre, los demás me atacan en masa. Por la herida que es mi cuerpo. Estando tan concentrado en el cazador, no me doy cuenta de ello. Mi cuerpo lucha por aguantar el asedio con convulsiones, expulsiones de bilis, ácidos gástricos y toda clase de impulsos musculares. Pero ellos ya parecen decididos a terminar conmigo, no quieren jugar más. No les hace gracia ya. Mi cuerpo dificultosamente se va uniendo, tiene que cerrarse, no dejar entrar a ningunmás. Es un lucha infernal

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