jueves, 27 de marzo de 2008

Paranoia - 6 -

Todos clavan Sus afilados dientes en mí cuerpo. Solo queda por cerrarse mi cabeza y algunos persisten en llegar a ella. Está echa un asco, llena de arañazos y su abertura es viscosa y latente, el ojo que me cuelga, le da aún más -atrocidad, que es casi imposible. La recomposición de mí cabeza parece enloquecerles, se aterren y me atacan e intentan abordarme. Ya estoy unido, lo siento, noto esa energía en mi interior. Soy alguien nuevo, poderoso, tan fuerte me siento que voy a echar a estos intrusos fuera de mis cercanías. Me agito fuerte como un látigo, rápido como un rayo, y endurezco mi piel al máximo, lisa y dura como el mármol, resbaladiza como el suelo encerado, y ellos van cayendo al suelo, golpeándolo - con la cabeza, la espalda y, algu­nos que caen de pies salen corriendo aterrorizados, tambaleándose, tropezando y rodando por el suelo. A todos los que están tirados junto a mi los expulso a patadas, barriéndolos fuera de la habitación. ¿Quien me tira del pelo? ¡Ah!. Mis manos llegarán a ti ¡Cerdo cabrón!. Mis dedos lo tocan y lo atraviesan, y me arden manchados de su sangre; con un codo cierro la puerta, y uno de ellos en un último intento por quedarse dentro, salta hacia mis dominios, se ve pillado entre las maderas de la pesada puerta y el cerco de ésta misma. A los pocos instantes, un hilillo de humo sale del lugar donde él habia reventado, era como el consumirse de un cigarro.

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