viernes, 18 de septiembre de 2009

1997-2000 XXI

Son el porque de mi vida
y sin embargo
sabiendo mi destino
aún las deseo más.
Sí, se sus nombres
Sibila, Dalila, Pandora;
conozco su poder
y aun yaciendo
necesito de ellas.
Las miro, las oigo;
las toco, las huelo;
pierdo toda razón
olvido la advertencia
ignoro el consejo.
Estúpidamente sorprendido
de rodillas llorando
lamentos por mi ingenuidad.
Imaginar que amar
es puro y realidad,
y no lo publican así
con ojos vidriosos
de ternura, carnero
que no es posible
no creerlo así.
Y cuanto más convencido
más incrédulo eres
a lo que tus sentidos dicen.
Y ya cuando nada
nada se pierde
ves ante tus narices
lo que siempre estuvo ahí,
lo que pensabas espejismos.
Un día sigue a otro,
una lágrima tras un recuerdo,
un suspiro que se pierde;
la soledad que siempre acompaña
al encuentro de la despedida.
Sustituir todo
todo de nuevo.
Como si el pasado
no adivinase el futuro.
Como si el futuro
no recordase el pasado.
Siempre esa retorcida continuidad
unidos los momentos
en un único circulo vicioso.
Terriblemente agotado
asolado por la necesidad
el hambre, la desolación.
Se reconoce fácilmente
la desesperación
y autocomplacencia
de quien cree ya conocerlo todo.

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