domingo, 14 de diciembre de 2008

1994-1997 XXXIV

Ambos desnudos, libres y solos
en un gran lago,
en un día brumoso.
Yo elevado sobre las aguas
con los brazos abiertos
y tú fuera de mi vista, lejos.
Con la cabeza atrás
y cerrados los ojos, un grito,
una imploración, una llamada.
Puedo verte en mi mente;
en tu rostro, tu mirada.
Desde las curvas de tu cadera
hasta los pechos, los hombros,
bajando toda la espalda.
Y siento que me miras,
que estás muy cerca.
Oigo tu aliento, a cada movimiento,
huelo tu aroma.
Has venido, ya estás aquí
delante de mi.
Sólo tú puedes tocar
y también yo te quiero amar,
acariciar tu piel
donde resbalan gotas de agua,
mis lagrimas en tus mejillas
que yo te limpiaré.
Tienes ahora todo mi amor,
cada sentimiento que tengo por ti.
Conoces mi ser
y ya no puedes mirarme sin mas.
Te recoges en tu interior,
acurrucada en un ovillo a mis pies
¿Triste quizás?
Fundida en el agua que estuvo siempre tibia
la carne de todo tu cuerpo se eriza
por el frío, por el saber de mi.
entro en el agua a tu mismo nivel
y mis manos descubren tu cara escondida,
dichosa en el interior como el cuerpo
colmado de felicidad.
Levantémonos como uno solo,
enlazados tanto las manos como los corazones.
Una mirada y un deseo único,
abracémonos unidos en un beso prolongado.
Viajamos donde existimos
ambos desnudos, libres y solos.

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