sábado, 16 de diciembre de 2006

Madrugada de nuevo


Sin saber bien como ya son... joder! las dos de la mañana. Qué ha pasado con las horas entre las nueve y... las DOS DE LA MAÑANA!? Los mismo es eso que dicen de plegar el tiempo o es el espacio... da lo mismo, la existencia en ese lapso de tiempo es como si no hubiese ocurrido.

Pienso y pienso, intento recordar algún detalle significativo de esas horas perdidas en el tiempo (que redundancia más absurda). En este punto alguien se estará preguntando como de finas van a ser las rodajas e las que me va a cortar, pero que no se asuste porque desde que sus dedos han golpeado mi ventana el tiempo no ha querido visitarme. Me ha dejado disfrutar de lo más precioso en el mundo. Su compañía, el simple hecho de venir a verme (que me emociona mucho), el poder relajarme viendo como respira al dormir junto a mi.

Las dos de la mañana, y si fuesen las cuatro también el corazón me palpitaría por estar abrazado a ella. Y el tiempo volvería a desaparecer, mientras mis dedos jugueteasen con sus cabellos. Respirase el aroma de su nuca, y buscase su mirada entre sus ojos entornados. Así en cada espacio de tiempo (de cósmico éxtasis), cada porción de ella es un millón de detalles significativos que llenan mi vida.

Y ya pasaron las dos de la mañana.... quizás mañana también miré el reloj y sean las dos de la mañana.

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